Debe haber una manera de hacer que las agujas del reloj se enlentezcan un poco. Y este deseo no tiene nada que ver con arrugas ni radicales libres. Es, simplemente, la necesidad de que las horas no pasen al lado mío sin que yo me dé cuenta. Si lograra observar cada segundo que transcurre y que yo vivo, podría conseguir que el tiempo no fuera tan soberbio. Sería bueno que colaboráramos juntos: el tiempo y yo, como Platero. Como amigos entrañables.
viernes, 15 de febrero de 2008
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1 comentario:
Hola! Buen blog, escribis cosas interesantes..
esperamos verte por nuestro blog.. saludos!
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