jueves, 6 de diciembre de 2007

Tiempo tonto

No sé qué decirte o qué esperás que diga. No me ha caído encima ningún maleficio. No he sido señalada por el dedo de Dios o la cola del Diablo. No soy otra. Aunque, sí, algo distinta.
Tal vez el tiempo se desbocó espantado al despertarse. Lo vi llevarse, atolondrado, las sillas por delante, y con su cadera zumbante tirar al suelo todos los papeles de la casa.
Se espantó al verse despierto y notar que en su muñeca, también, tenía un reloj que avanzaba y que, hasta ayer, nunca había visto.
Le enseñaré a leer la hora, como a los chicos, pero algún truco inventaré para que atrase.

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